jueves, 19 de septiembre de 2013

SOBREVIVIR."Las emociones son siempre reales, pero pueden no ser verídicas"



SOBREVIVIR

 

“LAS EMOCIONES SON SIEMPRE REALES, PERO PUEDEN NO SER VERÍDICAS”. WUKMIR


Lo verdaderamente importante (para sobrevivir) de nuestras emociones, es que coincidan o se correspondan con la realidad, mientras que de otro modo, son realmente un peligro. 

Como decía Wukmir, "las emociones son siempre reales, pero pueden no ser verídicas" y que "lo importante (para sobrevivir) es que las emociones sean verídicas".

 El mecanismo de las emociones puede comprenderse fácilmente si imaginamos que somos un barco que se gobierna mediante un piloto automático, guiado por una brújula que señala en cada momento el camino que vamos a seguir. El barco siempre obedece a la brújula (emociones), es decir, va hacia donde señala la brújula, que está especialmente diseñada para conducirnos en la difícil tarea de sobrevivir.  

 Es muy importante comprender que una emoción negativa es tanto o más importante que una emoción positiva, si nuestro sistema emocional no nos engaña. Ante un peligro, del tipo que sea, es imprescindible que podamos detectarlo y escapar de él y sólo contamos con las emociones. En la medida en que nuestro sistema emocional no actúe correctamente, nos conducirá irremediablemente hacia situaciones perjudiciales para nuestra supervivencia. 

Pero, la brújula puede señalar el camino incorrecto si existen influencias externas que alteran su buen funcionamiento. De ahí que, lo importante para el barco no es que la brújula señale a un sitio determinado (en nuestro caso, emociones positivas), sino que la brújula funcione bien. 

Nuestro bienestar y supervivencia dependen, no de nuestras emociones, sino de que estas se correspondan con la realidad, es decir, que sus indicaciones se correspondan con la situación real. Nuestro interés primordial debe ser mantener el sistema emocional lo más libre posible de interferencias, reduciendo los errores al mínimo.

Lo importante para sobrevivir es que yo sienta alegría cuando la situación en la que me encuentro sea realmente favorable para mi supervivencia, y que sienta miedo cuando la situación sea realmente peligrosa para mi supervivencia. Por el contrario, si siento alegría cuando la situación es peligrosa o siento miedo cuando la situación es beneficiosa para mi supervivencia, mis emociones no sólo no me ayudan a sobrevivir sino que me conducen irremisiblemente hacia la enfermedad y la muerte. Tanto el drogadicto que se siente bien consumiendo sustancias que ponen en peligro su vida, como la joven anoréxica que se siente mal al comer, tienen el mismo problema: sus emociones, aunque reales, no son verídicas, es decir, no calculan (valoran) la situación correctamente. De ahí que sus emociones, independientemente de que sean positivas o negativas, les perjudiquen gravemente, puesto que el drogadicto buscará afanosamente las sustancias y la anoréxica rechazará con fuerza toda comida.

 Sentirse bien o sentirse mal no quiere decir nada, ya que lo importante de los sentimientos para sobrevivir, es si se corresponden o no con la realidad.

 Deberíamos, pues, sustituir la tan famosa y falsa idea de que "lo importante es sentirse bien", por "lo importante es que las emociones (sean positivas o negativas) se correspondan con la realidad".

Debería ser una asignatura obligatoria en la formación de los jóvenes el aprendizaje de las emociones, es decir, aprender a conocerlas, a reconocerlas y, sobretodo, a reconocer cuando fallan o no expresan correctamente la realidad, es decir, cuando nos engañan. Desarrollar mecanismos de ajuste y rectificación del sistema emocional es de suma importancia para la supervivencia ya que, cada vez más, las interferencias externas sobre nuestro sistema emocional son mayores.
Para ello, es imprescindible el aprendizaje de la soledad, ya que sólo en soledad pueden reducirse las interferencias externas a nuestro sistema emocional.

Soledad y silencio son dos condiciones necesarias (y probablemente suficientes) para realizar el mantenimiento y ajustes necesarios de nuestro sistema emocional.